Por Cormac O’Donell
El ostracismo -una forma de exclusión social en la que las personas son intencionalmente excluidas de las reuniones sociales, sometidas a un trato silencioso o sometidas a chismes e intimidación- puede tener efectos devastadores en las víctimas. Esta exclusión deliberada conduce a un malestar emocional y psicológico significativo.
Según el principal experto en la materia, el profesor Kipling D. Williams, “ser excluido o condenado al ostracismo es una forma invisible de acoso que no deja moretones y, por lo tanto, a menudo subestimamos su impacto”.
Quienes se involucran en el ostracismo lo hacen por una variedad de razones complejas. Algunos pueden intentar elevar su propio estatus social menospreciando a los demás, mientras que otros pueden actuar por celos o inseguridad. Incluso puede ser una forma de castigo por un desaire percibido. De hecho, una falta involuntaria de conciencia o una consideración involuntaria por los demás también puede impulsar estos comportamientos.
Sin embargo, para que no haya confusión: donde el ostracismo es deliberado; está destinado únicamente a lastimar a otros.
El profesor Kipling D. Williams describe las tres etapas del ostracismo. En la etapa inicial de dolor, las víctimas experimentan un malestar emocional agudo, marcado por sentimientos de rechazo e inutilidad, que se manifiesta en dolor físico. Imagina que un amigo ha organizado una reunión social, no te ha invitado y te enteras después del hecho. Que te hagan sentir como si no existieras es doloroso y confuso.
A medida que continúa el ostracismo, la víctima entra en la etapa de afrontamiento, donde intenta comprender y responder a la exclusión. Es posible que busquen estar de acuerdo y obedecer a su agresor para ser más aceptables para el grupo.
Si estos esfuerzos fracasan, llegan a la etapa de resignación, donde desisten de intentar cambiar sus comportamientos para adaptarlos a los demás. Esta fase se caracteriza por sentimientos de desesperanza, depresión y disminución de la autoestima.
Abordar a los perpetradores del ostracismo puede resultar bastante complicado. Si una víctima denuncia tales comportamientos al gerente en el trabajo, por ejemplo, el abusador podría fingir ignorancia sosteniendo que está ahí para ser profesional, no social.
Ser excluido es extremadamente dañino y puede tener efectos duraderos en las víctimas. En última instancia, uno siempre debe mantener la fe y la confianza en sí mismo. Aquellos que practican tales abusos contra otros no son amigos. Aquellos que descargan sus propios sentimientos de envidia e insuficiencia en los demás no son personas que van a ayudar a otros a florecer y crecer en la vida; simplemente no se preocupan por sus mejores intereses.
Esta comprensión puede tardar un poco en procesarse. Si eres víctima del ostracismo, disfruta haciendo las cosas que amas. Pasatiempos, intereses y amigos empáticos son los salvavidas que ayudarán a quienes sufren.
Con suerte, las víctimas del ostracismo eventualmente se darán cuenta de que no son ellas las que han sido excluidas; más bien, eligen incluirse en un viaje de autodescubrimiento y realización.
Superar el ostracismo no es fácil, pero con tiempo y el apoyo adecuado, es posible reconstruir la autoestima y encontrar conexiones significativas que realmente valoren y respeten la propia individualidad.
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