Uno de los más grandes peleadores mexicanos de todos los tiempos, Rubén Olivares, cumple 53 años de haberse coronado campeón mundial de peso gallo WBC, fecha en la que empezó a vivir la mejor etapa tanto de su carrera en los cuadriláteros como de su vida particular.
Fue El Forum de Inglewood, en California, el escenario en el que acabó en cinco rounds con el magnífico púgil australiano Lionel Rose para ganar la corona, y aquello puede considerarse que al final fue un pandemonium, sobre todo arriba del ring, en donde parte de la muchedumbre que llenó el local, la policía y también muchos elementos de prensa, materialemente enloquecieron por la victoria del mexicano, que ahí comenzó a significarse como un auténtico ídolo para todos.
Lo mencionado sucedió el 22 de agosto de 1969, en una batalla programada a 15 rounds, como todas las titulares de su época, y programada por un genio del negocio pugilístico, George Parnassus.
Aquella noche todo fue de lujo en la entonces preciosa arena a pocos meses de haber sido inaugurada. El tercer hombre sobre la lona fue Larry Rozadilla y en la esquina de Olivares estuvieron los inolvidables Arturo “Cuyo” Hernández y Manuel “Chilero” Carrillo, no sólo socios, sino amigos y simplemente sabios en la materia.
Rubén tenía 20 años de edad, su rival 21.
La ya lejana fecha, marcó el principio de una de las más notables campañas a las que alguien haya accedido no solamente entre los pesos gallos, sino en cualquiera de las divisiones existentes.
El formidable peleador llegó al trono rodeado ya de auténticas hazañas, una de ellas -que nunca debió haberse dado, pero que cobró vida- fue que cuando era un amateur y había terminado en la final de los “Guantes de Oro” -el inolvidable torneo de aficionados que promovía la empresa de los señores Salvador Lutteroth, abuelo, padre y nieto, los que sentaron las bases del boxeo que hoy vemos en México con todos sus valores-, subió al escenario a disputar la supremacía de peso mosca y lo hizo con la mandíbula rota, lo que le había sucedido en su anterior batalla.
Eran otros tiempos, todos (médicos y referi) se pusieron de acuerdo para detener aquello en cuanto le fuera tocada esa parte por su rival, pero ¡qué vá!, el futuro fenómeno no concedió ninguna oportunidad y dejó en la lona en menos de un minuto a su adversario.
Ya en el profesionalismo todo empezó sensacionalmente, la mayor parte de las veces ganaba por nocaut, enfrentó a lo largo de su campaña a más de una decena de campeones del mundo, conquistó los campeonatos mundiales de peso gallo y pluma.
Contra Lionel Rose fue el primero y es el tema principal de nuestro comentario. El australiano fue declarado fuera de combate a los 2 minutos con 24 segundos cuando la batalla no llegaba a la mitad. Había caído en el segundo round una vez y fueron dos viajes más a la lona en el quinto, el segundo de ellos para no levantarse antes del conteo definitivo.
En diciembre del año anterior y sobre el mismo entarimado, Rose tenía el antecedente de haber expuesto la corona contra otro mexicano, Chucho Castillo, al que se impuso por decisión dividida en 15 episodios, que era el límite reglamentario establecido entonces para todos los enfrentamientos titulares.
Rose, nacido en Warragul, Australia, había destronado al japones Masahiko “Fighting” Harada.
Los anteriores son algunos de los hechos que rodearon la batalla más importante y en general la carrera de este peleador mexicano fuera, muy fuera de lo común.
Rubén nació en Chilpancigo, Guerrero, el 14 de enero de 1947. Su título mundial gallo, lo perdió y recuperó frente a Chucho Castillo. Posteriormente, ya de manera definitiva, dejó la corona en las sienes de Rafael Herrera. Esto sucedió el 19 de marzo de 1972 en el ya desaparecido Toreo de Cuatro Caminos, en los suburbios de nuestra capital. Todo acabó por nocaut al minuto y 28 segundos del round 8, cuando el referi Ray Solís finalizó la cuenta.
Rubén continuó en los cuadriláteros, fue también monarca pluma del WBC y de otro organismo, y “colgó los guantes”, como se decía antes, el 12 de marzo de 1988.
Se fue dejando un historial de 89 triunfos; 79 de ellos por nocaut, 13 derrotas y 3 empates.
Para muchos es el mejor peso gallo que ha existido, y forma parte desde años atrás del International Boxing Hall of Fame de Canastota, Nueva York.
¡Desde aquí Rubén, recibe nuestras felicitaciones tanto del WBC, como de su Presidente, Mauricio Sulaimán, y las nuestras. Te deseamos lo mejor!
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