Por Beka Romero
El núcleo familiar es el punto de referencia de los niños, en él aprenden a cómo solucionar un conflicto o cómo reaccionar ante este, a relacionarse con otras personas, entre muchos aprendizajes más.
Las relaciones socioafectivas que tengan en función de los conflictos en casa, interacción social o experiencias, servirán de ejemplo para los más pequeños, pues los adultos se vuelven un “ejemplo a seguir” para los más pequeños, por ejemplo: Aprenden a cómo tratar a sus compañeros de la escuela en dependencia al ambiente que se vive en casa.
Por consiguiente, la exposición a situaciones de socialización con los padres desde temprana edad, sumada a una crianza respetuosa y una integración familiar, permitirá un mejor desarrollo de dichas habilidades como una mejor comunicación con sus compañeros, respetar al prójimo, ponerse en el lugar del otro, entre otras.
Un 30.7% de las víctimas de bullying oculta su situación a la familia, de hecho algunos casos se atribuyen a una comunicación nula o escasa entre los miembros y a la falta de atención de los padres hacia los niños y algunos estudios indican que existen mejores habilidades sociales en los niños cuyos padres presentan niveles altos de apoyo.
Pensar en los niños, niñas y adolescentes no solo como víctimas sino también como posibles agresores y posibles testigos, abre un camino para actuar mejor en nuestro entorno para servir a los más pequeños como orientadores y sobre todo como un canal de red de apoyo.
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